miércoles, 26 de agosto de 2009

Perder para encontrar

Hay cosas que se leen y se le quedan a uno rebotando en la cabeza hasta que un día, quizás mucho tiempo después, esas letras leídas tiempo ha, encuentran una vía de escape, la grieta por la que salir y ver de nuevo la luz de un día que a pesar de parecer el mismo, siempre es distinto; ni nosotros somos los mismos ni los fotones que iluminan nuestros pensamientos son los mismos. “Panta Rei” lo llamó Heráclito.
El caso es que hoy he encontrado una columna publicada en el periódico ADN el 23 de julio de 2009 en una pequeña agenda -de esas que uno usa para anotar las pequeñas reseñas propias de una vida construida a base de rutinas- que tenía ligeramente olvidada debido al escaso uso que de ella he hecho durante estos meses estivales en los que la actividad del mundo y de uno mismo parecen detenerse, a pesar de que en el fondo somos plenamente conscientes que no es así. El planeta sigue girando sobre su inclinado eje con esa hipnótica cadencia de 24 horas y pico por día, los humanos siguen matándose en lugares que llevan por nombre Irak, Afganistán, Cachemira, El Chad, Darfur, Georgia, Israel, Palestina, Birmania, Nepal, Sri Lanka, Argelia, Guinea Conakry, Angola, Yemen, Sudán, Liberia, Colombia, México, España... y los bosques de un Planeta Tierra cada día más gris ceniza, siguen ardiendo, la mayoría de las veces debido a la codicia, la locura y la estupidez humana. La columna en cuestión la firma Mariola Cubells y lleva por nombre El poder de verdad. Sabía que la había recortado del periódico y guardado en algún sitio, pero para variar no recordaba en cual; la recordaba en parte, sabía que era buena, sabía de qué trataba y en qué términos, en varias ocasiones he estado haciendo memoria intentando recordar dónde podía haberla metido, hasta hoy, que sin buscarla -como la mayoría de las cosas buenas que nos suceden en esta vida- ha aparecido.
Habla sobre el verdadero significado del Poder, sobre lo que significa en realidad Ser Poderoso, y como a veces nos confundimos o dejamos que nos confundan con lejanos cantos de sirena.
Como no me ha parecido suficiente la búsqueda que hice en mi memoria intentando recordar dónde coloqué el recorte en su día y como después de tener el papel en mis manos y leerlo de nuevo he vuelto a sentir que es realmente bueno, y que por qué no, igual os apetecía leerlo, me he dedicado a buscarlo por Internet, al final me ha sido más sencillo encontrarlo en el ciberespacio que en mi desordenada existencia.
Os dejo el enlace esperando que al menos os haga pensar.
http://www.adn.es/blog/mariola_cubells/opinion/20090723/POS-0001-verdad-poder.html

Ah,por cierto, he vuelto.
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Escrituras postveraniegas.

En Madrid el mes de agosto comienza a agonizar por las piscinas envuelto en una bolsa de aire africano que hace que el mercurio de los termómetros levite por encima de los 36ºC durante todo el día.
La playa que ya echasen de menos The Refrescos allá por los ochenta sigue dándole calabazas a esta la capital del reino, pese a los denodados esfuerzos que está haciendo en la ribera del Manzanares el faraón en prácticas Ruiz-Gallardón por que las palabras Madrid y playa no aparezcan de la mano en los diccionarios de antónimos de la RAE.
A pesar de los calores inherentes a un mes y una ciudad como ésta, estoy de acuerdo con la frase que de tan manida ha acabado por convertirse en axioma que dice que el mejor mes para trabajar en Madrid es este que comienza a escapársenos de las manos.
A las pruebas me remito. Escribo por puro aburrimiento desde mi lugar de (no)trabajo intentando escapar de las garras del sueño generado por unos apuntes de metalurgia extractiva que me contemplan amenazantes desde mi izquierda con fórmulas ininteligibles subrayadas en amarillo fluorescente a modo de armas.
Para muestra un botón.

∆Gox0 + ∆Gred0 + Wox + Wred + R T ln [ame2+ ∕ ao21/2 aH+2] =0

Espero que ahora me entendáis.
En El País del día de la fecha, también gracias al (no)trabajo del que hablaba anteriormente un titular ha llamado mi atención. “Bibliotecas de cuatro patas” decía en letra negrita. Encima de tan curioso titular hay una foto de un señor con sombrero de paja a lomos de un burro, mientras bajo su brazo izquierdo porta un cartel escrito a mano y con letras azules en que se puede leer “biblioburro”.
El pie de foto dice así: “Luis Humberto Soriano y su biblioburro camino del pueblo colombiano de El Brasil.”
Parece ser que el bueno de Luis Humberto -maestro de profesión- cayó en la cuenta que de que el fracaso de sus alumnos se debía a que los únicos libros que habían visto en su vida eran aquellos de los que el se valía para dar sus clases. Recordó entonces el viejo burro que dormitaba en la casa de labranza de sus padres y decidió llenar sus alforjas de libros y recorrer durante los fines de semana las veredas del departamento de La Magdalena descubriendo a los niños mundos y seres nuevos y maravillosos. La idea cuajó y Luis Humberto cuenta a día de hoy con una flota de 22 burros en los que transportar los aproximadamente 400 títulos que ha conseguido reunir y que se van rotando por ocho escuelas, cuyos nombres tras pronunciarlos me dejan en la boca un regusto a García-Márquez que me empuja a enumerarlos también aquí.
Piñumbe, Karakatá, Atiurumeke, Makogeka, Zigkuta, Jeurwua, Gamuke y Busingekun.
La historia cuando menos es curiosa, digna de servir de inspiración para la nueva campaña de Aquarius que esté por venir, aunque igual, la palabra burro deba dejar de utilizarse como sinónimo de persona bruta o incívica.

Madrid 19 de agosto de 2009
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miércoles, 5 de agosto de 2009

Al otro lado de la línea divisoria.

Escribo desde el otro lado de la línea divisoria. Un paso más allá de la frontera. Allí donde acaba el egoísmo del yo y comienza el altruismo del nosotros.
El ya viejo tren de la vida cambió de vía, el traqueteo del vagón recorriendo los primeros metros de rail es el sonido de sus pies desnudos pisando de puntillas el fresco suelo en estos primeros días de todos los agostos que están por venir.
Me gustan las montañas que se ven al fondo.
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