jueves, 4 de noviembre de 2010

¡Que viene el papa! ¡Que viene el papa!

    Esto de mantener un blog, hay días que es un gustazo y otros un soberano coñazo. Porque hay días en que uno está inspirado y los dedos se deslizan como lombrices por el teclado y otros, los más, en que parece que las ideas se escurren y las teclas han cambiado su ubicación, para hacer así el trabajo aún más difícil, y lo que es peor, más feo.
    Iba a hablar de la visita del papa, pero es que me da una pereza de tres pares de cojones.
    Voy a intentarlo, aunque no prometo nada bueno.
    No sé por qué pero estos días, cuando en los periódicos, en la televisión o en la web encontraba noticias hablando de su visita, a mi mente venía la siguiente e infantil conversación:

-¡Que viene el papa! ¡Que viene el papa! (en titulares)
-Pues a mí, como si viene la mama. (un servidor)


    Y lo que es peor, acto seguido se me dibuja una sonrisa tonta en la boca -de esas que le delatan a uno y llevan a la concurrencia a decir ¿Qué habrá pensado el subnormal este?- mezcla de que vergüenza das, a tus años y que se te ocurran semejantes gilipolleces para una milésima de segundo después marcar sonrisa y pensar que coño, pues a mí me hace gracia.
    El caso es que viene el sumo pontífice de Roma, el del totus tuus, el del urbi et orbi y la madre que lo parió en latín, en hebreo, en arameo o en catalán, que por lo visto será la lengua en la que parle el menda en su visita a la sagrada familia. Imagino y espero por el bien de los feligreses no catalanohablantes que le pondrán interprete como al Montilla en el congreso, con cargo a las arcas públicas quiero decir, faltaría más.
    Parece ser que la visita sale por un pico, a pesar de que dicen que generará no se sabe cuantas veces más del pico que cuesta, lo cual un servidor nunca ha llegado a entender muy bien, pero bueno, corto que es uno.
    Lo que un servidor entiende un poco mejor es que la ciudadanía en general y los-rojos-quema-iglesias más en particular, pongan el grito en el cielo, alegando que con la que está cayendo, podían ahorrarse los cuartos o invertirlos en otros menesteres, más terrenales que divinos, a poder ser.
    La verdad es que yo tampoco lo tengo muy claro. A santo de qué, con una parte por muy minúscula que sea de mis impuestos, se sufragan los actos de una organización religiosa con cuyo discurso no estoy para nada de acuerdo.
    ¿España no es definida como aconfesional en su constitución? ¿O me he perdido algo? ¿Entonces? ¿Que usted quiere ver al papa? Pues cojonudo, tiene dos opciones, o se paga un viaje al Vaticano o se rasca el bolsillo y le paga una buena suite con todo incluido en el hotel que al sumo se le ponga en la punta del báculo. Más claro, Cristasol.

    Y todavía hay quien se rasga las vestiduras porque el ZP no va a ir a hacerse la foto con él. Y digo yo, si a los ortodoxos, judios, musulmanes, calvinistas, luteranos y demás sectas moralmente aceptadas se les antoja traer en viaje pagado a su respectivo chamán/líder espiritual ¿Qué hacemos? ¿Les pagamos la estancia y les mandamos al ZP a hacer manitas con ellos?
    Pongamos –dios* me libre- que un servidor por una broma macabra del destino llega a la presidencia del gobierno. Por qué coño yo, ateo y pecador empedernido según sus baremos, tengo que ir a saludar a un personaje que si algo me inspira es desconfianza y asco, y para más inri sus doctrinas me repatean los higadillos. ¿No podría alegar objeción de conciencia al igual que hacen los ediles católicos para negarse a realizar matrimonios homosexuales?

    Lo triste es que al final, nos pongamos como nos pongamos, el pontifice va a venir, se va a poner hasta las trancas de percebes en Galicia y de butifarra en Cataluña -el pater tiene pinta de darle a la mandíbula de fábula- pero, del hambre en el mundo, de la pobreza de unos muchos y del egoísmo de unos pocos, de los abusos sexuales cometidos por hijos de puta con sotana, alzacuello y sacristia, de la ignominiosa posición de la santa iglesia* católica apostólica y romana en todos los conflictos bélicos habidos y por haber, ni palabra. No vaya a ser que se le acabe el chollo de las excursiones pagadas.

    Con la iglesia* hemos topado, amigo Sancho.



* ¿De verdad te tengo que explicar por qué he puesto esto en minúsculas?

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