viernes, 8 de octubre de 2010

A veces, casi siempre

    Según la agencia estatal de meteorología, la AEMET para aquell@s que gusten del últimamente tan en boga uso de las iniciales para formar un nombre, hoy llovería en Madrid, y un servidor ya se estaba frotando las manos sabedor de que los días de lluvia siempre son proclives a la letra fácil. Pero mira por dónde, resulta que la AEMET ha vuelto a fallar en sus pronosticos y la lluvia no aparece por ninguna parte, mientras la escritura que sí la hay, aunque sea algo forzada, me sale seca, raspándome la garganta.
    Por primera vez en la vida de este blog y sin que sirva de precedente, me he aplicado una autocensura, he publicado para acto seguido retirar lo publicado. He tenido que guardar palabras que la gente, siempre la gente, no ha sabido interpretar y he tenido que convertir en borrador algo que era digno de ser publicado. A veces, casi siempre, hacemos daño aún sin ser conscientes. Lo lógico cuando se es consciente de ese daño, es enmendar el error y como tal lo he hecho. Todavia queda gente que no puede entender que dos personas del sexo opuesto sean amigos y nada más, todavía hay gente que donde pone abrazo quiere ver sexo y donde pone extrañar o echar de menos ve rescoldos de un amor que nunca existió. Todavía hay gente que piensa que los amigos y las amigas no utilizan perfumes que quedan grabados en la memoria para no irse de la pituitaria jamás. Todavía hay gente que no entiende que hay amigos y amigas a quienes se les quiere como hermanos, sin necesidad de un porqué. Todavía hay gente que cuando dices que quieres a una persona en concreto piensa que a quien realmente quieres es a su hermana o a su vecina. Todavía hay gente que no entiende que se puede echar de menos a alguien a quien no se desea ver, a alguien con quien no se quiere volver a tener contacto. Todavía hay gente que no entiende que éste que teclea tenga momentos dulces en los que sólo recuerde las cosas buenas que esa otra persona le dejó grabadas en la retina mientras olvida, o hace con que olvida, las malas cosas que le nublaron los ojos. Las amigas y los amigos, a veces, salen a la calle con el pelo mojado y cuando se les abraza, el pelo les huele a champú y nos humedecen la mejilla más próxima, no es necesario haberse dado un revolcón con ducha incluida para descubrirlo. Todavía hay gente que no me entiende. Todavía hay gente a la que no entiendo. Y a pesar de la censura autoimpuesta, no hay mejor blog, ni mejor entrada que la memoria de uno mismo, ésa que no se puede formatear ni borrar, ésa que seguirá intacta hasta que la muerte o el alzheimer nos quiten los recuerdos. Entonces, sólo entonces, habrá quien pueda dormir tranquil@.

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