sábado, 23 de mayo de 2009

Sobres

Lo siguiente que voy a contar, lo más probable es que os parezca una tontería, lo más seguro es que además de parecéroslo, lo sea.
Ayer tuve en mis manos unos cuantos sobres, sobres nobles, no solo por la calidad y grosor del papel con que estaban confeccionados, si no por los destinatarios que en ellos figuraban. Nombres con mayúsculas asociados a la literatura hispana como puedan ser los de Miguel Delibes, Mario Vargas Llosa o José Jiménez Lozano.
No sé como explicarlo, pero leía nombres y direcciones sin poder creer que esos sobres que yo tenía en mis manos, en tan solo unos días estarían en manos de sus destinatarios, y me decía: -¡¡¡joder!!! ¿Don Miguel Delibes va a tener en sus manos este mismo sobre que yo tengo ahora aquí, este papel que yo toco –más bien acaricio- con la intención de no dañarlo, de no ensuciarlo con mis “sucias” manos?
Y qué decir de José Jiménez Lozano, cuyo libro la piel de los tomates se me metió por los ojos cierto día y una personita muy especial me lo acabó regalando para sorpresa y alegría mía.
Con respecto a Vargas Llosa debo decir que no me habría importado que en lugar de su nombre hubiese aparecido el de otro hispano por nombre Gabriel García Márquez, qué le vamos a hacer, uno tiene sus gustos literarios y la literatura del arequipeño no tiene cabida en los míos.
Tuve la tentación de anotar nombres y direcciones, pero me dije, para qué, con qué fin, que más da donde vivan, es mejor seguir pensando que tan solo son Nombres escritos en las cubiertas de grandes libros, es mejor que sigan subidos en sus altares, pues el simple hecho de pensarlos humanos, con casas que habitar y en las que recibir cartas como el común de los mortales les roba parte de su magia.
Y en estos pensamientos estaba cuando llegó un mensajero, con las manos negras de suciedad, al que debía entregar los insignes sobres, no tuve el valor de pedirle que se lavase las manos antes de tocarlos, los apresó entre sus rechonchos dedos, los cuadró y marchó con ellos como si tal cosa. Creo que lo que realmente me molestó del asunto fue el hecho de saber que ahora cuando lleguen a sus respectivos destinatarios, ya no podrán, por mucho que busquen, encontrar en ellos mi devoción, si no tan solo un catálogo dactilar completo, que les hará dudar si realmente son merecedores de asomarse a su interior.

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