sábado, 9 de mayo de 2009

Metro de Madrid informa

Me aburro.
Son las 16:40 de la tarde y aun no he comido. No me apetece.
Me levanté y desayuné tarde. Anoche el sueño me atrapó a altas horas, despues de haberlo buscado de mil posturas diferentes. Es sabado 9 de Mayo de 2009 y en el portatil en el que ahora aporreo estas letras se escucha la voz de Ismael Serrano, llamando con auténtica desesperación a una tal Amanda, poniendome la piel de gallina y dejandome con la sensación de tener una soga anudada al cuello.
A través de los cristales sucios de mi habitación se ven arboles agitados por un viento de tres pares de cojones. El cielo está blanquecino, como si alguien lo hubiese llenado con ese humo artificial que expulsan las orquestas pachangueras durante sus actuaciones en las funciones de verano de cualquier pueblo ibérico.
Está como de tormenta, que diría aquel;
La luz exterior es grisacea, el sol se ha cogido el día de asuntos propios, y debe estar calentando los tejados de cualquier otra ciudad, menos gris y melancólica que esta.
Podría decir que estoy como el tiempo y sería cierto.
Gris.
Es curioso, porque quería hablaros de los personajes que pueblan el metro de Madrid empujado por un chaval argentino con sombrero de paño marrón tipo Indiana Jones que me encontré ayer en la linea 6, de no más de 20 años calculo yo, que entró en el vagón con la seguridad y la soltura del que nació con un micro y no un pan (para desgracia suya) bajo el brazo, cantando Cambalache de tal modo que el mismísimo Discépolo, de poder escucharlo, estaría orgulloso de oirlo en su voz.
Entró, se presentó con una alegría que chocaba con los rostros mustios que poblaban el vagón. Dijo lo que venía dispuesto con nuestro permiso a cantar, conectó el micro y su guitarra, y con una voz rota que no me encajaba en su aspecto de niño travieso, pero con un arte y una sin-vergüenza innata, se arrancó diciendo -"Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé...(¡En el quinientos seis y en el dos mil también!)".-
Miraba los rostros de la gente y a pesar de no poder penetrar en sus pensamiento, sé que como yo, se estaban diciendo que la mejor prueba, de que lo que ese tango dice es totalmente cierto, la teníamos ante nuestros ojos. El hecho de que un ARTISTA (con todas las letras y en mayusculas) como ese tuviese que estar pasando el sombrero en un vagón de metro -a miles de kilómetros de su pais de origen- mientras otros y otras que no saben ni entonar firman contratos millonarios con grandes casas discográficas es una prueba más de que como bien anticipó Discepolo, el mundo, en el 2009 sigue siendo una gran porquería, una gran mentira...
Terminó la canción, se descubrió, pidió a todos los que estábamos en el vagón que si no teniamos prisa por llegar a nuestros destinos saliesemos al exterior y caminásemos un poco disfrutando del maravilloso día que hacía en la superficie, que no viesemos mucho la tele (lo cual me arrancó una sonrisa), que al menos le dedicásemos 30 minutos a un libro, que le regalasemos una sonrisa a alguien a lo largo de la jornada y que sintiéndolo mucho ahora iba a dar comienzo la parte de su show que menos le gustaba. Desenchufó guitarra y micro y se paseó con el sombrero extendido hacía la gente diciendo que cualquier moneda, del color y tamaño que fuese, era bienvenida. Cada vez que una moneda caía en el sombrero, decía alegremente, con ese acento argentino que tan agradable resulta a mis oidos: "gracias caballero".
Me rasqué el bolsillo con la misma alegría que veía reflejada en su rostro y sus ojos.
Se bajó del vagón y se sentó en un banco del anden a guardar meticulosamente la recaudación que tan merecidamente había conseguido.
Sobra decir que en la siguiente parada le tomé la palabra y me bajé del vagón. Subí andando los dos tramos de escaleras mecánicas que me separaban de la superficie y
salí a la calle. El sol calentó mi cuerpo y mi espíritu, y andando y con una sonrisa tonta en los labios llegué al trabajo.
No iba a contarlo hoy, no quería que en la historia se metiese la luz gris de esta tarde, la cual me embarga, y lo estropeara todo, lo desluciera robándole magia al momento, pero creo que haciendo bueno el dicho, al mal tiempo buena cara, el sólo recuerdo de la situación me ha hecho ver que igual la tarde no es tan gris, igual el gris de la calle tan solo está en los ojos del que mira, igual, quien sabe...

1 comentario:

aguxgux dijo...

Buceando por youtube he encontrado para mi sorpresa una versión de Cambalache, interpretada por Ismael Serrano. ¿Casualidad?
Os dejo tambien la letra de la cancion, no tiene desperdicio, Discépolo sabía!!!!

Cambalache:
Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...